sábado, 24 de marzo de 2012

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una vez más me encontraba ante la desidia, el olvido mala-onda de Crush. cuantas veces le había dicho que cuando usara la cinta de embalar dejara el borde plegado, así el próximo que la usara encontraría con facilidad el extremo... y sobre todo no se gasta la vista y las uñas. en eso, yo aún sin dar con el borde de la cinta, aparece Crush con nuestro vecino Racso (se llama Oscar, pero le gusta que le digan Racso; cuando empezó a estudiar cine se cambió el peinado y el nombre). viene a pedirnos un poco de legumbres. en realidad, viene a hablar y a intercambiar materiales: tiene un video que nos puede llegar a interesar, dice. no, por Dios, no, otra vez no, ya me lo veo venir. No necesito mirar a Crush para saber que me está mirando y se está sonriendo, achinando los ojos y sacando las paletas.

chau, vecino, chau. apenas se cierra la puerta, digo, con un tono reposado pésimamente mal actuado: Crush, no sé si es correcto seguir recibiendo el material de Oscar; mi problema no es darle legumbres, sino sus contenidos. Se llama Racso, me dice Crush mientras se lima las uñas con el mismo papel de lija que ha estado utilizando para darle los últimos retoques a su busto de yeso (es una cabeza de Paul McCartney que, para mí, parece más una de Francis Bacon -el pintór). Bueno, Racso, cómo sea. Nos quedamos en silencio unos minutos, ya oscureció, suena una alarma de auto a la distancia, ladran los perros desde un pátio contiguo. No seas tan estricto con el flaco, me dice Crush, después de todo no estuvo tan mal el speech de hoy. Esa tarde, Oscar nos habló de los diferentes animales que habían ocupado el lugar de representación de la población humana a lo largo de los últimos años de nuestra civilización. En el comienzo de nuestra era cristiana: la oveja (eramos rebaño, sobre todo según la pastoral cristiana); y por oposición, los que se salían del rebaño, luego de ser ovejas negras, hasta podían llegar a convertirse en lobos. Así hasta mediados de los 50s, en donde la velocidad de las mega-ciudades, el baby-boom y el vértigo del mercado hacían saltar a toda velocidad de una zanahoria a otra, de una madriguera a otra, a toda la pop-población: eramos conejos. finalmente, para la actual era farmacopornográfica (concepto de Beatriz Preciado), corresponde: el pollo (por el retoque genético, por la tecno-manipulación, por lo brutal de la condición de su producción como mercancía). Por supuesto que esa iconografía contaba con más animales, pero eran para casos más específicos y no para toda la población: perros, gatos, cerdos, caballos, insectos... los antes mencionados, nos hablaban de la población en general, los ciudadanos en relación con lo que Foucault llamó biopolítica, ese conjunto de tecnologías aplicadas sobre los cuerpos por el poder estatal. 

Crush afirmó ser chapado a la antigua: es decir, todavía era un bunny. Yo dije, inmediatamente después de ingerir en el más estricto silencio mi porción de legumbres, que no iba a ver el video de Oscar, que me iba a dormir. Se llama Racso, me dijo Crush. me acosté y abrí la novela que estaba leyendo, una sobre un marido que vuelve loca a su mujer, una afamada directora teatral, inyectándole todos los días elevadas dosis de ácido lisérgico en su pasta dentrífica; su plan, es hacerse con la importante herencia de su esposa, luego de internarla en una institución psiquiátrica; lo mejor de la novela, es la evolución de las obras que monta la directora, transcriptas íntegras en el libro, con las que va obteniendo, ante la estupefacción de su marido traidor, un éxito cada vez mayor.

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Oscar. perdón, Racso. Racso es tatuador (le hizo el plano de una de las casas en las que se crió a Crush en la planta del pie izquierdo; le quedo bien; pero ese no es el punto). ¿de qué se trata el video que nos dejó por las legumbres? Crush no se rió cuando me lo relató. las imágenes mostraban a un chanchito, de un año o dos , más no tenía, con todo el cuerpo lleno de tatuajes. lleno. Él y sus amigos lo dormían y lo usaban para practicar.          

domingo, 18 de marzo de 2012

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mientras yo le despego los papelitos de colores a un cubo Rubik, para después volver a pegarlos ordenados por lado, y así tener algo que mostrarle a las visitas que vienen a casa, Crush, dibuja esta escena. apenas termina, me la muestra, a la vez que la titula en voz alta: Las aventuras del joven Jean-Paul Sartre.

más tarde, comemos legumbres y jugamos (como solemos hacer durante nuestras cenas compartidas) a escuchar dos discos superpuestos (uno encima del otro, a la vez): Pet sounds (Beach Boys - 1967) & Tender Prey (Nick Cave and the Bad Seeds - 1988). suena bien, muy bien la mezcla. somos moderadamente felices por el hallazgo.