martes, 24 de abril de 2012

(((...)))


Estábamos terminando de limpiar el patio del blog, cuando llegó P. Nos preguntó qué estábamos haciendo, y Crush le contestó: estamos poniéndole una bufanda a un hipopótamo hipotérmico, ¿qué: no se nota? P, que lo conoce de sobra a Crush, no le dijo nada; después de todo, él había preguntado lo obvio. Para eso, mejor hablar del clima. Como hacía rato que P. no venía a visitarnos, yo lo traté mejor y le pregunté cómo estaba, en qué andaba. Estoy terminando una novelita que me está poniendo canas verdes, dijo P, y se sentó en el sillón que usa Crush para mirar sus documentales sobre (e)nanotecnología. Se dice me está sacando canas verdes, le dijo el supuesto dueño del sillón. No, contestó rotundo P., a mí no se me cae el pelo. ¿Y de qué trata?, le pregunté rápido a P. a modo de paños fríos. No sé, creo que es una historia de suspenso; ocurre en varias ciudades, principalmente en Tokio; están implicados un escritorsuelo, unas gravure idol y Goebbels, el jefe de propaganda nazi; y hay algo así como un Gran Hacker Oculto, que articula. ¿Queres comer unas legumbres?, le ofreció de pronto, fuera de todo pronostico, mío sobre todo, Crush a P. No gracias, muy amable, acabo de comerme un kilo de zanahorias rayadas. ¿Y que más estas haciendo P.?, le pregunté antes de la casi segura insistencia de Crush con sus famosas legumbres. Trabajando en el negocio de insumos para encuadernaciones (atención al público, con cara de dormido o de sacado); traduciendo a Houellebecq (del frances al castellano), a Silvia Plath (del ingles al castellano) y a Lumpe Truk (del castellano al castellano); fumando; mirando películas de toda calaña (la última: una malísima, pésima, tópica, esdrújula, sobre el amor entre un diseñador de jardines depresivo y el espíritu de una chica en coma; con esa actriz mezcla de rubia y perrito pequinés, la de Legalmente rubia; tan mala, que hasta se olvidó el nombre y el resto de la trama); leyendo y leyendo como queriendo salirle por el otro lado a la realidad; tocando algo de música, poca y mala; dibujando casi nada (excepto por un fanzine para la feria de unos amigos); con muchas ganas de aerosolear denuevo; una que otra escena de lo que comúnmente llamamos vida social; navegando un poco en la webá, consumiendo (esa es la palabra exacta) bastantes videos en youtube, administrando (en solitario y en conjunto) algunas cuentas de blogspot, wordpress, faceboock, gmail, hotmail, etcétera. Miré la cara de Crush, parecía interesado en eso último; aunque con Crush nunca se sabe. 

En particular, de acuerdo a como se iba generando su propio mundo, a P. le interesaba (y sobre todo le gustaba) uno de esos blogs. ¿Sobre qué es ese blog?, le pregunté yo, viendo que Crush había perdido el interés y ahora  estaba pasándole el plumero a sus vasos Recuerdo de Puerto Madryn con forma de ballenas.  No lo tengo muy claro aún; hay un presentador, escribe en primera persona, es un mamífero cánido, bah: un perro, o por lo menos eso declara, y pone una foto como para sostenerlo; vive acompañado por alguien o algo, con el que las relaciones a veces se tensan / a veces se distienden; no sé por qué, siempre comen legumbres: sólo legumbres; esta especie de trama, cada tanto, es interrumpida por los gustos y los intereses del protagonista; en fin: que el tecleo, la tecladura, la teclación, hagan el resto. Después de un silencio, en el que solo escuchamos el plumero de Crush, P. nos contó que había empezado ese blog con su amiga (canina) Pavlova, quien ahora estaba enterrada en el patio de otra amiga (humana). Sí, la foto del perfíl es de ella. Sí, murió joven, como muchos de sus ídolos. ¿Tu perra tenía ídolos? No, tampoco es que era fanatica, pero le gustaban. ¿Quienes? Cobain, Basquiat, Plath, Morrison, Sophie Podolski, Lautreamont, Moura, Elliot Smith... tantos. ¿Y ella iba y los escuchaba?, le pregunté, lamiéndome una de las patas delanteras. ¿Me estás cargando Turba?: era una perra; yo le ponía las músicas o le leía, y ella prestaba atención o se relajaba. Ah, bueno.

Antes de que Crush llegara con su bandeja repleta de legumbres, dispuesto a sentarse para ver uno de sus documentales, P. se despidió diciendo que se le hacía tarde para regar los cactus. Una vez solos, con la boca llena, Crush se dijo como para sí, sin dejar de mirar la pantalla, que los cactus no se regaban.   

              

lunes, 2 de abril de 2012

(((...)))


Crush inventó una máquina del tiempo. como me lo vino a decir mientras yo estaba terminando de armar el puzzle tan bonito que me habían regalado, no le presté demasiada atención; dije algo así como: fa, que copado. mas tarde, durante el hervor de ciertas legumbres, me lo repitió: che, Turba, inventé una máquina del tiempo. fuimos hasta su taller y me la mostró. bien, muchísimo ingenio Crush, qué bien; eso le dije, con toda sinceridad. el aparato en cuestión no tenía mucha pinta de ser lo que era, de todas maneras, yo no sabía prácticamente nada de máquinas del tiempo. ¿a quién queres que traiga mañana para la cena?, me preguntó de repente. mmmm, no sé, si me preguntás así de golpe, no se me ocurre nada, a verrr, quien puede serrr.  Dale, pensa un poco, vivís hablando de este y de aquel, ¡ahora es tu oportunidad!, me arengó Crush, señalando su máquina y guiñandome un ojo. y yo: esteee, eeeh, este... mmm... eeeh... ya sé: Trotsky. ¿Trotsky? sip, Trotsky. Crush puso su cara de pensamiento analítico un momento, y después dijo: bueno, ¿a qué edad lo queres? ¿qué?, dije yo, en el medio de un valdio mental. ¿que a qué edad queres que lo traiga a Trotsky?, me dijo con tono de haber comenzado a ponerse cachetón, o sea, impaciente. no es lo mismo, me dice, que lo traiga a los 20, a los 14, a los 32 o a los 40. aha; encima, tenía razón. medité un poco mirando el cuadro del pato que tenemos en la cocina y finalmente dije: podría ser el de 1905, el que está escribiendo las Perspectivas..., a ese le vendría bastante bien la cena; o el de 1918, pero no, ese debe estar muy ocupado; entonces, el de 1924, el que está escribiendo Literatura y Revolución, para que nos hable un poco de su concepto de los "compañeros de viaje" ahí desarrollado; porque el Trotsky de 1930 también está hasta las manos, acomodándose al exílio; y el de 1937 ya comería lo suficiente con Frida y con Diego, en la Caza Azul...  antes de poner nada en claro, me interrumpió Crush: ¿Por qué mejor no traemos a Colón, o a Valeri Solanas, o al malaonda de Robertito Arlt, o a Isabel Adjani (cuando joven, aunque como todavía está viva, no creo que sea muy seguro), o a un cavernícola? ¿un cavernícola?, pregunté. sí, de una, le enseñamos a usar los cubiertos, le hacemos escuchar Coldplay (qué malvado), y después le servimos té con scones. pero no sabría charlar, le retruqué, ¿para qué queres pasar a tomar el té con escones? ufff, no sé, me dijo ya medio hinchado, era por decir algo nomás. hagamos una cosa, le dije después de unos minutos de mirar el DVD de Chayane sin volumen, con música de fondo de DNA (combina), que venga el hijo de Panicoylocura (un quiosquero del barrio, fanático de la película -si le vieran la cara a las 2 de la mañana). los ojos de Crush se agrandaron, mueca de gracia en el hocico: vos queres decir un viaje al futuro; mirá que te gusta el rebusque, Turba. Una hora después, Crush salía con rumbo a 1969, iba a buscar a la Pizarnik (al final, por tema de idioma y de proximidad para la búsqueda, optamos por la poeta). cuando se estaba poniendo el casco, me preguntó: ¿cómo sabes que la novia de Panicoylocura está embarazada?

4 horas más tarde (yo ya había comido mis legumbres reglamentarias), volvió Crush. pero venía con...