lunes, 2 de abril de 2012

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Crush inventó una máquina del tiempo. como me lo vino a decir mientras yo estaba terminando de armar el puzzle tan bonito que me habían regalado, no le presté demasiada atención; dije algo así como: fa, que copado. mas tarde, durante el hervor de ciertas legumbres, me lo repitió: che, Turba, inventé una máquina del tiempo. fuimos hasta su taller y me la mostró. bien, muchísimo ingenio Crush, qué bien; eso le dije, con toda sinceridad. el aparato en cuestión no tenía mucha pinta de ser lo que era, de todas maneras, yo no sabía prácticamente nada de máquinas del tiempo. ¿a quién queres que traiga mañana para la cena?, me preguntó de repente. mmmm, no sé, si me preguntás así de golpe, no se me ocurre nada, a verrr, quien puede serrr.  Dale, pensa un poco, vivís hablando de este y de aquel, ¡ahora es tu oportunidad!, me arengó Crush, señalando su máquina y guiñandome un ojo. y yo: esteee, eeeh, este... mmm... eeeh... ya sé: Trotsky. ¿Trotsky? sip, Trotsky. Crush puso su cara de pensamiento analítico un momento, y después dijo: bueno, ¿a qué edad lo queres? ¿qué?, dije yo, en el medio de un valdio mental. ¿que a qué edad queres que lo traiga a Trotsky?, me dijo con tono de haber comenzado a ponerse cachetón, o sea, impaciente. no es lo mismo, me dice, que lo traiga a los 20, a los 14, a los 32 o a los 40. aha; encima, tenía razón. medité un poco mirando el cuadro del pato que tenemos en la cocina y finalmente dije: podría ser el de 1905, el que está escribiendo las Perspectivas..., a ese le vendría bastante bien la cena; o el de 1918, pero no, ese debe estar muy ocupado; entonces, el de 1924, el que está escribiendo Literatura y Revolución, para que nos hable un poco de su concepto de los "compañeros de viaje" ahí desarrollado; porque el Trotsky de 1930 también está hasta las manos, acomodándose al exílio; y el de 1937 ya comería lo suficiente con Frida y con Diego, en la Caza Azul...  antes de poner nada en claro, me interrumpió Crush: ¿Por qué mejor no traemos a Colón, o a Valeri Solanas, o al malaonda de Robertito Arlt, o a Isabel Adjani (cuando joven, aunque como todavía está viva, no creo que sea muy seguro), o a un cavernícola? ¿un cavernícola?, pregunté. sí, de una, le enseñamos a usar los cubiertos, le hacemos escuchar Coldplay (qué malvado), y después le servimos té con scones. pero no sabría charlar, le retruqué, ¿para qué queres pasar a tomar el té con escones? ufff, no sé, me dijo ya medio hinchado, era por decir algo nomás. hagamos una cosa, le dije después de unos minutos de mirar el DVD de Chayane sin volumen, con música de fondo de DNA (combina), que venga el hijo de Panicoylocura (un quiosquero del barrio, fanático de la película -si le vieran la cara a las 2 de la mañana). los ojos de Crush se agrandaron, mueca de gracia en el hocico: vos queres decir un viaje al futuro; mirá que te gusta el rebusque, Turba. Una hora después, Crush salía con rumbo a 1969, iba a buscar a la Pizarnik (al final, por tema de idioma y de proximidad para la búsqueda, optamos por la poeta). cuando se estaba poniendo el casco, me preguntó: ¿cómo sabes que la novia de Panicoylocura está embarazada?

4 horas más tarde (yo ya había comido mis legumbres reglamentarias), volvió Crush. pero venía con...          

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